jueves, 11 de octubre de 2012

El día vulve y el anciano pasea al perro esta vez por la otra calle, quizá esta vez hasta ahora ha comenzado.

Lamente un día recorrer la misma calle, mis pasos, mi cabeza, anhelando el escondite. Las puertas y las ventanas, el cemento y los hombres, tal vez algún niño, tal vez alguna orilla.

Freiamos las dudas y cerrabamos los caminos podridos, añorandonos la piel, añorando el silencio del calor de madre, de las palabras sencillas y alegres, del pasto de las montañas, del sol y del viento que queremos siga soplando.

Estoy vivo.

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